La vida interior del Beato Frédéric es notable: su vida de fe, su vida de oración. Ellas están al origen de este impulso, que lo propulsa a ir hacia la gente, a anunciarles el Evangelio y a animar las peregrinaciones.
Todos los testimonios hablan de su vida interior, como de la perla preciosa y del tesoro de gran precio, querido por el Evangelio. El Padre Matthieu-M. Daunais, ofm :
« A la oración como al trabajo, él no perdió el punto de vista de Dios conservando en una paz profunda la pureza de su alma por la pureza de sus intenciones. Llevando una vida muy activa, tenía un gusto muy profundo por la vida interior. Eso mismo era lo característico de su santidad. »
(El Padre Frédéric de Ghyvelde, éd. Charles Paillart, Abbeville, France, 1926, p. 8-10)