Su devoción Mariana

Vie du Père Frédéric

El Padre Frédéric, uno de los testigos del prodigio de los ojos en 1888
El Padre Frédéric, uno de los testigos del prodigio de los ojos en 1888

La clave de la vida del Padre Frédéric, es su paso por Tierra Santa, eso que él vivió y todo eso que él descubrió: Jesús y su madre. Su madre, en el aspecto de la recepción de la Palabra. Su madre, como éxito de vida y de fecundidad: poner al mismo Dios en el mundo, darle un rostro humano, pasar todas las promesas a su realización.

Él, está unido místicamente a María en su misterio de la anunciación y la visitación. El Beato está sin cesar en la recepción de la Palabra, como lo hizo justamente María. Él está sólidamente conectado, al punto de tener él mismo un don de la palabra.

El Beato sabe que una gran centración Mariana, y lo que él vivió durante « El prodigio de los ojos » en Notre-Dame-du-Cap, en 1888, arraigó singularmente esta unión mística a la Virgen María. Este acontecimiento, lo hizo ser un proclamador de la Palabra, fuera de lo común. Una palabra que llega, una palabra que es asimilada, una palabra que no es sino uno, con su ser. La Virgen María, está enteramente ordenada a la palabra, está toda impregnada: ella meditaba todas las cosas en su corazón. Ella hizo las asociaciones entre lo antiguo y lo nuevo, entre lo que ella vivió, y ella vio la acción del Verbo en su vida y alrededor de ella.