El Beato Frédéric tiene todo lo de un comunicador nato. El transmite a las multitudes su entusiasmo, su confianza, su fascinación por la vida de Jesús. En el tema de la confianza y de la motivación, él tiene eso que aún hace falta, cien años más tarde, para motivar la juventud de hoy.
Pero él no es sólo una inspiración y un motivador para la juventud, él lo es para la Iglesia entera y para los pueblos. Su mayor obra es la de descubrirnos a Jesús y los Santos lugares donde él vivió.
Su pasatiempo, era conducir los peregrinos rezando y cantando. Él comenzó en Tierra Santa, con los peregrinos internacionales y lo continuó de manera remarcable en Canadá.
Él contribuyó exitosamente con las peregrinaciones en Sainte-Anne de Beaupré y del Oratorio de Saint-Joseph-du-Mont-Royal; cuando los Oblatos de Marie-Immaculée toman a su cargo el Santuario de Notre-Dame-du-Cap en 1902, la frecuentación de peregrinos varía entre 30 000 y 40 000 personas por año.