Proposición de homilía

BEATO PADRE FREDERICO; Prédicaciòn domingo 31-07-16.

“PEREGRINO DE PUERTA EN PUERTA”
(Pélerin de porte en porte)

Hermanos y hermanas,

En estos dìas del 30 de julio al 06 de agosto, se celebra el « Prefestival Padre Frederico », en el centésimo aniversario de su muerte. Nuestra reflexión actual quiere limitarse a un aspecto especial de la vida misionera y apostólica del Padre Frederico, aspecto que llamamos: “Padre Frederico, un peregrino de puerta en puerta”.
Eso sì que necesitamos, primero, saber algo de la vida del Padre. En segundo lugar, hemos de tener algún conocimiento de los diversos ministerios y servicios que cumplió a lo largo de su vida. En tercer lugar, profundizaremos aquel aspecto de su vida: “Peregrino de puerta en puerta”.

1- Vida del Beato.

El Padre Frederico Jeanssonne nació en el norte de Francia, cerca de Bélgica, el 19 de noviembre de 1838, en una familia numerosa; Frederico era el décimo tercero hijo de su madre. Frederico perdió su padre cuando tenía nueve anos. Su madre, muy activa, mantuvo su familia, pero en el ano 1856 conociò una severa ruina financiera en sus negocios. Frederico, entonces, tuvo que dejar sus estudios para ayudar a su madre y trabajò durante unos cinco a seis anos como vendedor ambulante de ropa y de generos
En 1861, sintiendo un llamado fuerte a la vida religiosa, Frederico tocò a la puerto de los Padres Franciscanos. Habiendo vivido la experiencia del noviciado, pronunciò sus votos religiosos en 1865. Cinco anos màs tarde era ordenado de sacerdote.

2- Ministerios.

Como primer ministerio, el Padre Frederico sirvió en la formación de los jóvenes de la Orden franciscana en los anos 1871 hasta 1878. Aquel ano, recibió la obediencia de sus Superiores que lo enviaron a trabajar en la Custodia de Tierra Santa, en Palestina. Durante diez anos, el Padre realizò una obra muy grande en Tierra Santa, gracias a sus dotes en diplomacia, cortesía y rectitud. En este tiempo fue enviado, por un ano, a Canadà, con la misión de iniciar la Colecta anual del Viernes Santo, en favor de los Lugares Santos. En 1888, volviò nuevamente a Canadà; un encuentro fortuito con el Pbro. Provencher de Cap Rouge y con la familia Désilets de Trois-Rivières lo decidiò a establecer su residencia en Trois-Rivières y Cabo de la Madeleine. Invitado por el nuevo Pàrroco Pbro. Louis Duguay, el Padre Frederico presta su ayuda para atender a los peregrinos, ya que ya llegaban varios grupos de peregrinos. Al mismo tiempo, continuaba preocupado de la Colecta anual pro Lugares Santos en las diócesis de Canadà y acompanaba los grupos de la Tercera Orden franciscana. Frente al crecimiento siempre mayor de las peregrinaciones al Pequeño Santuario de Nuestra Senora del Rosario, el Padre Frederico sugirió al Senor Obispo de la diócesis de entregar a la Congregaciòn de los Misioneros Oblatos de Marìa Inmaculada la obra del Santuario. Asì en 1902, llegaron los Oblatos de Marìa Inmaculada al Santuario y el Padre Frederico pudo dedicarse a muchos ministerios, entre los cuales èl de “Peregrino de puerta en puerta”.

3- Peregrino de puerta en puerta.

Al hablar de este ministerio, hemos de recordar que el Padre Frederico tenía un don, un talento para entrar en contacto con la gente; habìa desarrollado esta habilidad, ese don de gente, durante los anos de su trabajo como vendedor viajero.
El Padre Frederico fue un muy gran caminante; se dice que visitò las 150 parroquias de la diócesis de Québec. Aquì, en la diócesis de Trois-Rivières, no sòlo llegó a todas las parroquias sino que pasaba por los caminos de la campina, – les rangs -, y tocaba a las puertas de todas las casas para visitar todas las familias que él querìa mucho.
Su propósito era evangelizar las familias, darles a conocer la Palabra de Dios y la vida de Jesucristo. Por este fin escribió varios libros y los dejaba a las familias. Daba también charlas en las casas; hablaba con tanto amor de la Tierra de Jesùs. Sabìa captar la atención de sus auditores, mayores y jóvenes, presentando souvenirs de Tierra Santa, como piedrecitas de Gethsemanì y del Golgota. Al ir de casa en casa , por los caminos de tierra y de arena de los campos canadienses, él, sin dudas, se recordaba sus largas caminatas por toda Palestina, dònde Jesùs había caminado antes de él, acompañado de sus apóstoles y de varios discípulos.

Hermanos y hermanas, la figura del Padre Frederico es muy atrayente. Al tomar conocimiento de sus trabajos apostólicos, admiramos su zelo tan generoso y su amor entrañable a Cristo Jesùs y a la Virgen Marìa. ¡Qué gran ejemplo de fe, qué modelo de fidelidad a Dios para todos nosotros!
¡Beato Padre Frederico, ruega por nosotros!

 

Sobre el tema del Padre Frédéric, constructor de paz en Tierra Santa (2014)

Lecturas bíblicas :

  • 1 Cor 12, 31 – 13, 1-10.13 Quien ama tiene confianza, espera y todo lo soporta.
  • Luc 9, 1-6 u Mt 10, 5-14 Paz en esta casa.

 

El P. Frédéric Janssoone, vivió entre nosotros de 1838 a 1916. Nació en la frontera de Francia y de Bélgica, se dio a conocer, sobre todo en Tierra Santa y en Canadá. Declarado Beato por Juan-Pablo II, en 1988, su tumba es visitada por muchos peregrinos cada año. En Canadá, él es conocido como cofundador de las peregrinaciones a Notre-Dame-du-Cap, pero su mayor obra, fue su trabajo como misionero en Tierra Santa durante 12 años. Como un orfebre, era un hábil constructor de paz. Aquí una pista de homilía para su fiesta litúrgica, el 5 de agosto de 2014.

El « Buen Padre Frédéric » — como le decían — fue misionero en Tierra Santa, y uno de los 300 Franciscanos, hijo de San Francisco de Asís, que guardan después de siete siglos el cuidado de los Santos Lugares, a nombre de la Iglesia católica. El trabajo difícil y excepcional que él realizó en Tierra Santa, de 38 a 50 años, lo preparó de manera extraordinaria para la obra magnífica, que cumplió en el país, dirigiendo las peregrinaciones al Santuario de Cap-de-la-Madeleine. Su experiencia le permitió ir al fondo de su pasión, que era de hacer vivir a los peregrinos de Canadá la experiencia espiritual como lo hacían los peregrinos en Tierra Santa.

Precursor del ecumenismo

El P. Frédéric fue un gran constructor de iglesias en el país de Jesús, pero fue sobre todo un constructor de la paz en aquel cosmopolita Medio Oriente, acostumbrado a las tensiones y a los conflictos. En ese rincón de una tierra atormentada, fue artesano de paz y al mismo tiempo precursor del ecumenismo, medio siglo antes comienza a orar por la unidad entre cristianos, un siglo antes del Concilio Vaticano II.

En Tierra Santa, desde su llegada, pero sobre todo dos años más tarde «, cuando fue elegido Vicario Custodial, convirtiéndose así en la segunda personalidad en importancia de la custodia de Tierra Santa; El P. Frédéric mostró un conjunto de cualidades inusuales, en el servicio del Santuario, no sabemos si hace falta admirar primero al sabio administrador o al diplomático luchando con las demandas irreconciliables de las grandes potencias. Esto fue en el tiempo del Imperio Otomano, un imperio que duró más de seis siglos, de 1299 a 1923, y se extendió en los tres continentes. Su dominación en Tierra Santa, con la presencia de los turcos comienza en 1517. Con varias grandes potencias involucradas en Tierra Santa, el P. Frédéric, supo combinar armoniosamente la prudencia de la serpiente y la simplicidad de la paloma, con un diálogo perseverante, en particular con nuestros hermanos Griegos Ortodoxos. Atormentado por el problema de las relaciones cotidianas, difíciles entre Católicos y los otros ritos cristianos en la Basílica del Santo Sepulcro y de Belén, emprendió, después de una paciente observación de la situación, – de días y de noches completas a observar, – a redactar reglamentos aceptables por todo el mundo. Hizo un estudio escrupuloso y detallado de muchos documentos dejados allí por siglos, hizo entrevistas con responsables y sacristanes de los lugares, con miras a la redacción de dos Reglamentos, con varias centenas de páginas cada uno, que se convertirían después en 1880, en el código del acuerdo entre Católicos, Griegos, Armenios Abisinios y Coptos. El P. Frédéric hizo un verdadero trabajo de orfebre…

 

La Tierra Santa (1876-1878)

La expresión « Tierra Santa» comprende un conjunto de países que van de Siria a Egipto, del Líbano a Jordania y — claro — Israel. Después de un año como capellán en las escuelas cristianas del Cairo, donde causa una grande impresión, el P. Frédéric, fue elegido en capítulo, por los franciscanos en Tierra Santa en 1878, Vicario de la Custodia de Tierra Santa. Tenía apenas 40 años. Esta importante misión estaba a su medida, él, un joven franciscano, que acababa de llegar, que no conocía, ciertamente, ni la lengua ni los usos y costumbres de esta tierra, a la vez torturada y bendecida. Por lo tanto, el P. Frédéric, persuadirá rápidamente la mayoría a su causa, pero como era de esperar, nunca va a ser una tarea fácil.

 

Una palabra sobre su rol de Vicario de la Custodia (1878-1888)

La Custodia de Tierra Santa, confiada a los franciscanos después de 1342, tiene una doble misión: 1) adquirir, preservar y poner en valor los Lugares Santos los cuales son mencionados en los evangelios y 2) Tener al cuidado de los pobres y los pequeños, cualquiera que sea su origen, ver por la educación cristiana de los jóvenes, asumir los cuidados pastorales de las parroquias cristianas palestinas y finalmente, ver por los servicios de salud y asistencia.

En esta época del P. Frédéric, el Custodio y el Vice-custodio jugaban roles de primera importancia en Tierra Santa; Como Vicario custodial, era encargado de la correspondencia oficial con Francia, nación protectora de los Santos Lugares; hereda por tanto varios cargos diplomáticos, la dirección de trabajos para la construcción de hospitales, de escuelas, de santuarios. Tenía también, de oficio, varias responsabilidades pastorales, incluida la coordinación de las capellanías y los servicios pastorales de las comunidades de lengua francesa en Tierra Santa. La responsabilidad era importante. Con valentía el Buen P. Frédéric, trabajó con entusiasmo, fue un excelente Vicario Custodial durante 10 años, así que, como segundo, dio su plena medida. Fue « un diplomático flexible y hábil, un codificador de leyes paciente y preciso, sin dejar de ser un celoso misionero », un religioso orante y honesto.

Diplomático. Debía mantener una abundante correspondencia con los cónsules de Francia, de Austria, de Rusia y de España. Había, evidentemente las numerosas conexiones con el Patriarca latino de Jerusalén, pero también con el Patriarca griego, la Pacha de Constantinopla. Además, en Jerusalén, su humildad, su benevolencia y su flexibilidad le ganaron la estima de los Cónsules de Francia, de los Armenios, de los Griegos y de los Musulmanes.

Constructor de iglesias. La iglesia parroquial de Belén, llamada Sainte-Catherine d’Alexandrie, de donde nos viene la Misa de Noel de cada año, ha sido construida por los buenos cuidados del P. Frédéric. Sin embargo, es para terminar la iglesia de Belén, que el P. Frédéric viene, por primera vez, a colectar a Canadá. Además, él dirigió la construcción de la hermosa iglesia parroquial del Saint-Sauveur, en la ciudad antigua (1882-85). Se ocupó, también, de agrandar los locales para la procuración de las misiones, de construir un orfelinato, talleres contiguos al Convento: imprenta, panadería, encuadernación, carpintería, herrería, ferretería, etc. Además proporcionando una educación cristiana, estos talleres permitieron a los jóvenes aprender un oficio. En la época, la misión de Tierra Santa era muy preciada, pues la miseria era mucha. Muchos de los recursos eran destinados al socorro en víveres, en ropa e incluso en la vivienda. La pequeña comunidad católica de Jerusalén vivía en una gran pobreza. El P. Frédéric, se defendió brillantemente con tareas sobrehumanas.

Paciente codificador de reglamentos, lo fue también, en particular en dos lugares muy importantes, y complejos: en Belén y en el Santo Sepulcro. El P. Frédéric redactó, a partir de largos meses de observación (250 páginas manuscritas), los Reglamentos internos de estos lugares cosmopolitas para velar por el buen funcionamiento y la organización de estos Santos Lugares. Podemos difícilmente medir la complejidad y el valor de tales herramientas en el contexto difícil de Tierra Santa. Sin embargo, 125 años más tarde, los reglamentos redactados de la misma mano del P. Frédéric, están aún en vigor hoy. Son considerados, por muchos, como un imposible acuerdo, fruto de un verdadero santo. Yo lo recuerdo: es el P. Janssoone él mismo — de su mano — quien redactó el reglamento de Belén, en francés. Él está en vigor después

del 29 de agosto de 1887. Se trataba de compilar y de codificar las costumbres de ritos latinos, griegos y armenios. Nadie antes que él había llevado a cabo una tarea igual.

El reglamento de Belén « realiza una función de importancia primordial. Establece los derechos respectivos de cada rito », las responsabilidades y las delimitaciones de cada uno, el mobiliario, el servicio litúrgico en la Gruta, la apertura y el cierre, así como los principales oficios litúrgicos durante el año. Por ejemplo, perder el derecho de barrer las escaleras a la Gruta, es perder el derecho de paso para los peregrinos!

El reglamento del Santo Sepulcro. A partir del 5 de octubre del mismo año, el P. Frédéric, solicita la validez del Reglamento del Santo Sepulcro, a fin de permitir a las seis confesiones cristianas de cohabitar. Esta es una obra de notable precisión, el fruto de una lenta y paciente diplomacia entre personas que, de otra manera, ni se hablan. « Recoge los auténticos derechos seculares»… Se trataba de sacar a la luz pública, las prácticas más o menos ocultas, de fundar todo sobre una base histórica en un lugar donde la historia es compleja, de tomar la iniciativa de visitar cada una de las confesiones presentes en el Santo Sepulcro, de poner por fin un orden claro en los derechos adquiridos, de arreglar los conflictos seculares y las cuestiones extremadamente complejas. Este Reglamento del Santo Sepulcro recibió a su regreso el sello de la Iglesia romana. Aquí el mérito del P. Frédéric y su obra la más importante. Estos dos Reglamentos son monumentos de diplomacia, de precisión, de paciencia y de delicadeza. Aún vigente, 125 años más tarde.

 

Predicador de peregrinaciones (1878-1888)

Con muy grande fervor, el P. Frédéric organizó la infraestructura del recibimiento de peregrinos en los Lugares Santos. Venían sobre todo por barco por el Mediterráneo; les llamaban peregrinos de la penitencia. Esto fue antes de los tiempos de los autobuses de peregrinos…Dos barcos enteros fueron requeridos. Una de las caravanas, que atravesó la Samaria, estaba formada por más de 500 peregrinos a caballo. En total, la caravana transportaba peregrinos y equipaje — estos últimos sobre camellos — haciendo de 10 à 12 km de largo. Después de 1187, nunca habíamos visto semejante espectáculo: cristianos de rito latino en peregrinación al aire libre en Tierra Santa. El P. Frédéric fue colaborador en la organización del primero de esos peregrinajes en 1882, pero no lo pudo acompañar (pues él estaba aquí, en Canadá). Más tarde, se recuperó y fue el compañero de ruta de varios de ellos (1885-88). Ahora bien, toda esta gente llegando a Tierra Santa no podía ser alojada en los albergues existentes. El P. Frédéric recomendó esto a los Asuncionistas: « ¿por qué no construyen un albergue para sus peregrinos? » La carta del P. Frédéric, el testimonio de los Asuncionistas y del Patriarca Latino nos permiten afirmar que el P. Frédéric fue el promotor de la célebre hostelería Notre-Dame-de-France, que es hoy todavía una de las más apreciadas, justo a las afueras de la Antigua ciudad, vecina del convento franciscano de Saint-Sauveur. Esta aún existe, en la terraza de nuestro convento, que el P. Frédéric hizo el primer croquis del célebre hotel.

El P. Frédéric comenzó los Viacrucis predicados, y en francés, cada viernes en la Vía dolorosa, después de una interrupción de 2 siglos y medio (1621). Aquí esto que escribe Monseñor Sodar de Vaulx, quien participó en una de esas peregrinaciones de la penitencia: « El camino de la cruz es un espectáculo que atrae a toda la ciudad de Jerusalén. El P. Frédéric habla en cada estación y es imposible hablar con más emoción y ternura del Calvario y la redención. Esto no es una serie de argumentos más o menos ingeniosos, es el momento de un alma apasionada por Dios y que sabe comunicar su flama a aquellos que lo escuchan… su misma persona es una predicación. [… vemos este pequeño monje austero, posado en una piedra, la cabeza descubierta bajo el sol caliente…] Su cuerpo debilitado no parece pertenecer a la tierra, mientras el ojo febril y extático ya brilla de la luz de otra vida. Sentimos que lo sobrenatural es su elemento y que su vida es Cristo, como para san Pablo y lo incomparable [… Francisco] de Asís]. »

Todavía hoy es retransmitido por los medios de comunicación del mundo entero el Viacrucis del viernes santo, todo como la Misa de Noel venida de Belén. Los dos eventos en mundovisión están íntimamente ligados a la persona del P. Frédéric.

 

Conclusión:

El P. Frédéric, familiar de la vida de Jesús y de María, gran predicador y gran escritor, supo llegar al corazón del carisma franciscano, el carisma de la encarnación. Es decir, de pasar del pensamiento a la acción. Terminemos, subrayando, algunas de sus cualidades:

Un gran comunicador. En una época, entonces, poco abierta a la comunicación, se da a conocer como un comunicador infatigable e inventivo.

Un devoto de la importancia de la formación. Cuando la beneficencia era todavía el arma absoluta de la caridad, él hablaba de formación profesional, realce y desarrollo de talentos personales.

Un promotor del compromiso de los laicos. En un mundo dominado por clérigos y religiosos, el P. Frédéric se mostró particularmente sensible a las llamadas del Papa León XIII para una reforma social llevada por los laicos. Eso es lo que explica su implicación por los Terciarios (la familia laica franciscana). Otras grandes cuestiones como la renovación familiar o aún más el lugar de la devoción mariana en la vida de un cristiano podría también inspirarse de la acción del P. Frédéric.

Un constructor de paz. Pero sobre todo, sobre todo, en tiempos donde el ecumenismo estaba estancado, él nunca dejó de dialogar con respeto y benevolencia con las otras Confesiones cristianas. En el plano interreligioso, el Medio Oriente, era una brisa refrescante.

Por encima de todo, un testimonio del amor de Dios. Pero el P. Frédéric fue ante todo un hombre de Dios, un hombre a través de quien Dios se hace cercano. Si en Francia, en Tierra Santa y en Canadá, muchas personas acabaron por llamarlo espontáneamente el Buen P. Frédéric, ¿No es porque percibieron a través de él una presencia que lo transfiguraba?